Te levantas por la mañana maldiciendo el
despertador, otro día de “M” en la oficina, o peor aun, en la cola de paro.
Ó te levantas dando gracias. Dando gracias
por lo que tienes, salud, amor, unos padres que te ayudan o hermanos o hermanas,
o por unos hijos adorables, o sencillamente por un día soleado, o un día
lluvioso y un paraguas para resguardarte.
No importa por que dar gracias, todos en
nuestro interior, tenemos a que, dar gracias. Solo tenemos que centrarnos y
podremos comprobar como nuestra lista crece y crece. Solo, tenemos que prestar
atención.
Cuando recibimos un regalo o un obsequio de
una persona cercana, agradecemos dicho acto, con una sonrisa, un abrazo, o un
simple gracias, y con seguridad recibiremos otros obsequios de esa misma
persona. Pues la alegría y el júbilo es tanto del que recibe como del que da.
La vida día, tras día, nos regala obsequios
que debemos de agradecer y al agradecer, creamos una cadena infinita de
presentes que llena nuestra vida.
Yo, antes de levantarme, doy las gracias
por todas aquellas maravillosas cosas que me regala la vida...
...Y tú, ¿No, tienes nada que
agradecer?